jueves, 22 de septiembre de 2011

HACIA AIRE


Hacía aire, mucho aire, desde el ventanal de mi  casa veía como una y otra vez los árboles negaban con la cabeza, era evidente que ellos no habían sido, pese al interrogatorio a que eran sometidos, era un día obscuro lluvioso y ventoso es decir lo que llamamos un día de perros ( no sé porqué, ¿que culpa tienen los perros? a lo mejor es porque son los únicos que transitan por las calles en éstos días) la gente lo hace a la carrera mientras el viento se entretiene doblando paraguas y levantando faldas, hacía frio mucho frío. Era la hora del recreo en el colegio cercano, pero hoy el patio estaba mudo, ¨melancolía de lluvia tras los cristales¨ los coches despedían a su paso cortinas de agua sucia y los semáforos clamaban en el desierto.
Abrí un libro, me senté al borde de la ventana y me dispuse a pasar las siguientes horas leyendo alguna historia, que tenía la intuición no me iba a gustar mucho, mi preferencia era mirar a la calle, no obstante lo intenté, abrí, leí y abandoné no me enteraba de nada, mi mirada buscaba el movimiento, pero no era fácil, la calle a pesar de que era media mañana estaba vacía, a unos 50 metros  se encontraba un gran bloque de 11 pisos llenos de vecinos y con alguna luz encendida, decidí examinarlo planta a planta, pero también pinché en hueso, nada destacable, alguna figura indeterminada, el tiempo transcurría lentamente, respiré hondo y abrí la ventana como queriendo formar parte del paisaje, sentirlo más cerca, sólo sentía como se marchaba la calefacción y la atmósfera de la habitación se hacía más respirable, cerré rápido, reflexioné sobre la soledad, era una situación que no me era muy común, a mi alrededor siempre ha habido gente, no es muy frecuente que sin quererlo, sin buscarlo me encuentre en una situación de soledad y sin duda merecía un punto y aparte, ¿sería esta situación lo digamos ¨habitual¨? ¿A partir de ahora iba a tener más tiempo de soledades? Mi respuesta fue sí, no nos damos cuenta pero llega un día en nuestra vidas que te cambian los hábitos, que tienes más tiempo para mirar y analizar a tu alrededor sin agentes contaminantes que distorsionen la realidad, eres el tú desnudo contra el mundo y tienes que tomar una estrategia, que puede ir desde el autoanálisis hasta el servilismo, desde la autoestima hasta la mendicidad del alma. He llegado a este punto y lo he sentido en un día de perros, ahora tengo que tomar una decisión.

Siempre me ha gustado que el aire fresco
Arrebole mis mejillas
Caminar con la compañía a compás de mis pisadas
Entre el silencio sepulcral de los coches aparcados
Que  recuerda a las tumbas de cualquier cementerio
Pero yo elegía ese momento
Era un acto voluntario y placentero
Ahora no,
Ahora lo encuentro cuando menos me los espero
Al mirar el reloj y ver que se han caído las agujas
Cuando no sabes en que día de la semana estás
Y al comprar el pan pides solo una barra


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