Tu bata abierta a media pierna, dejaba ver tu palidez perfecta, mientras mi cuerpo despertaba bostezando añoranzas y recuerdos oníricos.
Éramos jóvenes y desayunábamos en la cama, hacíamos planes y discutíamos egocéntricamente, al final, el agua de la ducha solía aclarar nuestras ideas y empezábamos la vida día a día como un asalto entre gong y gong hasta el final.
Luego antes de cerrar los ojos nos contábamos nuestra vivencias y opinábamos y volvíamos a convertir la vida en una ruleta, jugábamos y alguna vez acertábamos y otras no, pero siempre juntos, cómplices, compañeros, amigos, colegas, esposos, amantes y padres.
Ha pasado el tiempo y tu bata se cierra cada mañana, apenas contemplo tus tobillos y mi cuerpo languidece tras el viejo pijama, los planes son los de siempre, los días son los mismos días y las semanas pasan sin apenas cambios, como el agua del río vista desde el mismo puente, antes de cerrar los ojos ya sobran las palabras, hemos llegado a un entendimiento tal que a veces pienso si nos hemos convertido en espíritus que ya estamos libres de las cosas mundanas, llámense carne, palabras o sentimientos, solamente los primeros apuntes de futuras enfermedades salpican nuestras vidas y nos vamos convirtiendo en polvo sin darnos cuenta.
He consultado al gran brujo y me ha dicho que lo que necesitamos es una caja de inyecciones de infancia, necesitamos ser abuelos para volver a vivir, dentro de los parámetros limitados en los que nos movemos, tenemos que ver a nuestros nietos crecer y ver a nuestros hijos crecer con ellos, tenemos que volver a beber vida aunque sea del segundo vaso, las personas estamos hechas para tener problemas, sino, nos lo creamos para poder preocuparnos e intentar resolverlos.
Antes de que llame a la puerta la que nunca falla y mientras vemos como los inviernos se nos hacen un poco más eternos y un poco más grises y un poco más densos y un poco más cercanos, necesitamos agarrar las horas que nos queden como el lactante el dedo de la madre y agotar la última gota de leche que nos quede de vida con la misma fuerza que busca el pezón caliente.
Al final nos quedará el amor, Pero en esencia
Como ese frasco pequeño sin etiqueta
Que siempre he tenido en la mesilla
Mientras se retuerce la piel
Y las nubes aparecen en los ojos
Mientras se quejan los huesos
Al unísono con las estaciones
Y mientras el pelo desaparece
Como las buenas noticias de tus amigos
Cansados, recomponemos los tiempos
Como los muebles imposibles
Hechos de piezas en el antiguo Oriente
Cansados damos los primeros pasos
Hacia el último camino
En espera de que el llanto de un niño cercano
Haga que tomemos el penúltimo desvío.
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